ERRORES COMUNES ANTE UNA SITUACIÓN DE INSOLVENCIA EN LA PEQUEÑA EMPRESA, AUTÓNOMOS O PERSONAS NATURALES

Una situación o un horizonte de insolvencia es un problema muy complicado de gestionar para cualquier persona, sea cual sea el tamaño de una empresa y ya se trate de un empleado o de un autónomo. No obstante, para una mediana o gran empresa es generalmente un problema más fácil de prever y de gestionar que para una pequeña empresa, un autónomo o una persona natural. Lo habitual es que una mediana o gran empresa realice una gestión profesional de este tipo de situaciones desde el minuto cero, que le permita anticiparse y actuar de una forma planificada, además de que la exposición personal, tanto en lo emocional como en lo patrimonial, suele ser de mucha menor intensidad.

En el caso de una pequeña empresa, autónomos o personas no empresarias (a las que nos referimos como personas naturales y que incluyen a personas empleadas por cuenta ajena, desempleadas o pensionistas), la previsión de una situación de insolvencia y la capacidad de anticiparse de un modo profesional es mucho más complicada. Esta limitación lleva a que comentan errores por decisiones precipitadas e inconvenientes, que agravan el problema y genera un impacto creciente en lo emocional y en lo patrimonial. En definitiva, se trata de empresas y personas que habitualmente se enfrentan a una situación de insolvencia “en soledad”, sin una asistencia profesional temprana, con un elevado riesgo de extender el problema al ámbito personal y de tomar decisiones que, en vez de solucionar, comprometen el futuro.

Las circunstancias que podemos considerar comunes en este tipo de personas ante una situación de dificultad para afrontar los pagos y vencimientos, podemos resumirlas en las siguientes:

i. Dificultad para tomar conciencia de la evolución hacia una situación de insolvencia que requiere de una planificación específica. Es habitual autoconvencerse de que se trata de una situación transitoria que se solucionará con el tiempo, del mismo modo que se solventaron otros problemas en el pasado.

ii. En el caso de las pequeñas empresas existe una estrecha relación, e incluso confusión, entre el ámbito empresarial o profesional y el personal, además de una especial vinculación y compromiso con el proyecto y los empleados.

iii. Exposición personal del pequeño empresario y la persona natural. En nuestra sociedad todavía es habitual estigmatizar a las personas que caen en una crisis de solvencia con la etiqueta del fracaso. Es una percepción y un prejuicio que debemos superar. Quien arriesga con la intención de superarse y llevar adelante proyectos empresariales o de vida, tiene todo el derecho a equivocarse o a fracasar en el intento. Debe contar con el apoyo social y legal que le permita resurgir y continuar con nuevos proyectos, de forma que el fracaso se transforme en una oportunidad.

iv. El patrimonio personal suele verse comprometido y el impacto emocional que provoca la situación de crisis de solvencia suele ser intenso.

Los errores comunes que habitualmente comenten las pequeñas empresas y personas naturales en situación de insolvencia podemos resumirlos en los siguientes:

i. Aumentar el endeudamiento para pagar deuda.

ii. Comprometer el patrimonio personal más allá de lo prudente.

iii. Exponer a terceros a reclamaciones futuras por la firma de avales.

iv. Refinanciar deuda a cualquier precio y sin un plan global previo.
v. Dejar de pagar a Hacienda y la Seguridad Social para pagar a otros acreedores, proveedores o trabajadores.

vi. Vender de forma apresurada sin un plan previo el patrimonio empresarial o personal.

vii. Cambiar la titularidad de activos en perjuicio de los acreedores.

Visualizar las circunstancias habituales y los errores comunes en los que han caído otras personas que se han encontrado en una situación de insolvencia, puede ayudarme a identificar y asimilar con mayor antelación un horizonte o situación de crisis de solvencia, así como a tomar conciencia del acierto que supone anticiparse y contar con ayuda profesional especializada desde el momento que percibo las primeras señales de alerta.

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